Cesáreas en Uruguay: evolución histórica y contexto actual
Recomendaciones internacionales
La cesárea constituye una intervención quirúrgica de gran relevancia en obstetricia, dado que, cuando se encuentra médicamente indicada, puede reducir de manera significativa la morbimortalidad materna y neonatal. No obstante, la realización de cesáreas sin justificación clínica conlleva riesgos documentados, tales como hemorragias, infecciones, complicaciones en embarazos posteriores y un incremento en las dificultades respiratorias en los recién nacidos.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha expresado preocupación sobre este fenómeno desde hace varias décadas. En 1985, la organización recomendó que la proporción de nacimientos por cesárea no superara el 10–15% del total de partos. Posteriormente, en informes publicados en 2015 y 2019, la OMS sostuvo que tasas superiores al 20% no se correlacionan con mejores resultados en salud materna ni neonatal; por el contrario, el exceso de intervenciones quirúrgicas puede generar efectos adversos en las personas gestantes y en sus hijos/as.
Asimismo, la OMS advierte que el proceso de medicalización creciente del parto, especialmente en contextos donde no existe indicación clínica clara, debilita la confianza de las mujeres en su capacidad fisiológica de parir y afecta de manera negativa la experiencia subjetiva del nacimiento.
Marco normativo en Uruguay
En el ámbito nacional, Uruguay cuenta con un marco legal sólido que respalda una atención perinatal centrada en derechos. Diversas leyes y decretos promueven el parto humanizado, el derecho al acompañamiento durante el nacimiento, y reconocen el rol de las obstetras parteras en la atención de embarazos y partos de bajo riesgo.
Pese a ello, las estadísticas demuestran que la tasa de cesáreas ha mostrado un incremento sostenido, lo que plantea un desafío en términos de salud pública y de implementación efectiva de la normativa vigente.
Factores asociados al aumento de las cesáreas
El incremento de cesáreas en Uruguay responde a una etiología multicausal, en la que confluyen factores institucionales, profesionales, culturales y sociales. Entre los principales se destacan:
Organización de la asistencia obstétrica, que prioriza la previsibilidad mediante la programación de inducciones y cesáreas.
Limitada participación de las obstetras parteras, especialmente en el subsector privado.
Temor de los profesionales médicos a potenciales demandas legales, lo cual favorece la elección de la cesárea.
Déficit de información basada en evidencia para familias.
Dificultades para garantizar una aplicación homogénea de guías y protocolos desarrollados con recomendaciones basadas en mejores prácticas, a pesar de la existencia de documentos clínicos actualizados por el MSP.
Cultura institucional y nacional con tendencia a la medicalización y control del proceso fisiológico.
Desconfianza social y profesional hacia el parto vaginal, evidenciada en la elección de cesáreas electivas por parte de algunos profesionales de la salud y en el aumento de usuarias que solicitan cesáreas a demanda en los últimos años.
Contexto cultural global de inmediatez, que favorece la búsqueda de soluciones rápidas. Hoy el mecanismo fisiológico del parto es contracultural.
Miedo al dolor, junto con la falta de acceso universal a la analgesia de parto.
Cesáreas a solicitud materna, desafío entre el derecho de la paciente y la ética biomédica.
Evolución de las tasas en Uruguay: una tendencia que se consolida
Los datos nacionales muestran una tendencia sostenida al aumento de las cesáreas en las últimas tres décadas.
1996: 22% de cesáreas / 74,3% partos vaginales.
2024: 50,8% de cesáreas / 49,2% partos vaginales.
En menos de 30 años, la cesárea pasó de constituir una intervención excepcional a representar más de la mitad de los nacimientos en Uruguay.
Diferencias por sector
El análisis por subsector de atención evidencia una brecha persistente entre el sistema público y el privado:
El sector privado ha mantenido índices sistemáticamente superiores a los del subsector público, lo que sugiere que los modelos de atención desempeñan un papel clave en la modalidad de nacimiento.
Reflexiones finales
La cesárea constituye una herramienta esencial de la obstetricia contemporánea y, cuando está médicamente indicada, es determinante para la reducción de la morbimortalidad materna y neonatal. Sin embargo, su sobreutilización se ha consolidado como un problema de salud pública. El incremento sostenido de esta práctica en Uruguay —con cifras que actualmente superan el 50% de los nacimientos— refleja un sistema que, en muchos casos, no logra garantizar una atención centrada en la fisiología del parto ni plenamente alineada con la evidencia científica disponible.
Las recomendaciones internacionales y el marco normativo uruguayo establecen bases sólidas para una atención más segura y respetuosa. No obstante, su implementación efectiva requiere transformaciones de carácter cultural, institucional y profesional que permitan reducir la medicalización innecesaria y fortalecer la provisión de información clara y basada en evidencia para las familias. Asimismo, resulta clave favorecer modelos de atención interdisciplinarios que contemplen los distintos perfiles profesionales capacitados para la atención de embarazos y partos de bajo riesgo.
El desafío no se limita a disminuir los índices de cesáreas: implica garantizar experiencias de nacimiento positivas, seguras y respetuosas, que atiendan tanto la salud física como el bienestar emocional de las personas gestantes y sus recién nacidos.
La complejidad de esta problemática impide soluciones únicas. Su abordaje requiere un enfoque articulado entre el sistema de salud, las políticas públicas, la formación profesional y la sociedad civil. Y, sobre todo, demanda un cambio de paradigma: recuperar la confianza en los procesos fisiológicos y en la capacidad de parir, acompañados de prácticas basadas en derechos y en el respeto a la autonomía de quienes transitan la experiencia del nacimiento.